El ser humano fue la corona de la creación. Todo lo demás fue creado en preparación para ese momento.
(Génesis 1:26-27) Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. (27) Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
A SU IMAGEN
La palabra “imagen” se traduce del hebreo: “Tzelem”, que en significa: fotocopia, en el hebreo moderno. Viene de la raíz “Tzel”, que significa: sombra. La palabra “semejanza”, en hebreo es “Demut”, que significa: molde, forma, semejante.
Fuimos moldeados para ser iguales a Dios…no como dioses, sino como Su Sombra, haciendo en la Tierra lo que Él hace en el Cielo. Dios quiere que seamos el reflejo de lo que Él es.
A diferencia del resto de las criaturas vivientes que sólo tienen cuerpo y alma, el ser humano tiene también “espíritu”. En esto también se asemeja a Dios. El hombre tiene libre voluntad o albedrío, que proviene del espíritu, en contraste con los animales que viven por instinto.
En el concepto de la relación Dios-hombre, hay una marcada diferencia entre el pensamiento griego y hebreo. La perspectiva hebrea contempla que el hombre fue creado a la imagen de Dios, mientras que los griegos hicieron a sus dioses a la imagen del hombre, plagados con las mismas pasiones y emociones humanas, pero con “súper-poderes”. El efecto de ambos pensamientos influye grandemente en la vida diaria. ¿Vamos a justificar nuestras pasiones, o estaremos apuntando a ser mejores, procurando ser la imagen de Dios aquí en la Tierra?
VARÓN Y HEMBRA “LO”CREÓ
Dios creó a Adán como un ser perfecto y completo.
(Génesis 1:27) Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Así es como han traducido al español este versículo, pero en realidad en el hebreo termina diciendo: “LO creó”. Dios formó del polvo de la Tierra a un ser humano completo, hombre y mujer en uno, tal como lo explica la tradición judía. Suena extraño, pero no debería sorprendernos porque luego vemos que la mujer fue sacada del costado de Adán, y fueron hombre y mujer.
(Génesis 2:21-23) Entonces el SEÑOR Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar. (22) Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre. (23) Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada.
Adán fue formado del polvo de la tierra. “Formar” del hebreo: “Yatsar” dar forma o moldear, como el alfarero al barro.
(Génesis 2:7) Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.
Pero Eva fue sacada del costado del hombre (2:22). Aquí, lo que se traduce como “formar” en hebreo es: “Baná” que literalmente significa: edificar o reconstruir.
Pero Eva fue sacada del costado del hombre (2:22). Aquí, lo que se traduce como “formar” en hebreo es: “Baná” que literalmente significa: edificar o reconstruir.
Cuando Adán vio a Eva, reconoció en ella parte esencial de él, y al unirse con ella, vuelven a formar un solo ser perfecto y completo. Eva representa el complemento de Adán, no una competencia. Al casarse, el hombre y la mujer vuelven a ser uno.
(Génesis 2:24) Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Y VIO DIOS QUE ERA BUENO
Al estudiar el capítulo uno de Génesis, no podemos pasar por alto una frase que se repite varias veces: “Vio Dios que era bueno”. Cada día de la creación, Dios dijo que era bueno lo que había hecho. Sólo hay un día en que quedó en silencio: el segundo día, cuando separó las aguas de las aguas. Pero hay otro día que también sobresale: el sexto día dijo que “muy bueno”.
(Génesis 1:31) Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y fue la mañana: el sexto día.
Ese fue el día en que Dios creó al hombre.
Sabiendo esto, debe sorprendernos cuando Dios dice en el capítulo dos: “no es bueno…”, pues contrasta con lo había dicho con anterioridad.
(Génesis 2:18) Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
Esto lo dijo en el contexto de la tarea que Dios le dio a Adán para nombrar a los animales. Todos tenían compañía, pero no Adán. Dios no se había equivocado, porque había hecho a Adán perfecto. Sin embargo, no era bueno que estuviera solo.
Hay un paralelo de esta historia con la relación entre Dios y el hombre. Dios es perfecto, y no necesita de nadie. Aun así, creó al ser humano para hacerle compañía, y nos creó a su imagen y semejanza. La historia completa de la Biblia apunta a ese día en que el hombre y Dios se unirán, cuando vengan las Bodas del Cordero y descienda la Nueva Jerusalén. Seremos uno con Él.
AYUDA IDÓNEA
Dios había dicho que “no era bueno que el hombre esté solo”.
De inmediato Él presentó la solución: “le haré ayuda idónea”.
¿Qué es “ayuda idónea”? Tal vez podríamos pensar que es alguien que ayude y colabore a alcanzar nuestras metas. En cierta forma sí, pero no necesariamente como lo imaginamos.
La palabra en hebreo es: “Ezer Neged”
Ezer significa: socorro, ayuda
Neged significa: contraparte, enfrente, en contra o delante de.
Las dos palabras parecerían opuestas, pero juntas forman un concepto de “diseño divino”. La “ayuda idónea” no es aquella que hace todo lo que el varón quiere, sino quien le ayuda a ser quien debe ser. Si él esta en el camino derecho, se para a su lado, pero si se desvía, se para enfrente, en contra, como una cuña, para enderezarle.
PRIMERA BENDICIÓN
¿Alguna vez se han preguntado cuáles fueron las primeras palabras que Dios habló al hombre? Seguramente eran de gran importancia.
En el primer capítulo de Génesis encontramos escritas esas primeras palabras:
(Génesis 1:27-28) Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (28) Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.
Las primeras palabras de Dios fueron una bendición.
La bendición fue darles la capacidad de ser fructíferos. Esto no sólo se refiere a la “procreación y multiplicación de la raza humana”, sino a la bendición de ser productivos en todo.
Bíblicamente, el trabajo no es una “maldición”, sino una BENDICIÓN. La maldición, consecuencia del pecado, (cap. 3) no es el trabajo en sí, sino la labor con esfuerzo que cuesta que produzca fruto (trabajo improductivo).
Es una bendición cuando trabajamos y producimos fruto. Para eso fuimos creados. Por ello, uno de los problemas sociales más fuertes y dolorosos es el desempleo. Pero cuando un hombre trabaja y es productivo, se siente realizado, porque está cumpliendo su misión en la Tierra.
Además de la bendición del trabajo, Dios puso al hombre a cargo de toda la Tierra. Dios nos dio la capacidad de utilizar todos los recursos del planeta. Pero no debemos olvidar que todo lo que existe es de Dios, y el hombre es simplemente el mayordomo del mundo, y daremos cuentas de lo que hagamos.
Luego de explicarle al hombre su misión en la Tierra, le instruyó con respecto a su dieta:
(Génesis 1:29) Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento. (30) Y a toda bestia de la tierra, a toda ave de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra, y que tiene vida, les he dado toda planta verde para alimento. Y fue así.
Sí, la dieta original era vegetariana. No fue sino hasta después del Diluvio que Dios le permitió al hombre comer carne.
(Génesis 9:1-7) Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra. (2) Y el temor y el terror de vosotros estarán sobre todos los animales de la tierra, y sobre todas las aves del cielo, y en todo lo que se arrastra sobre el suelo, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. (3) Todo lo que se mueve y tiene vida os será para alimento: todo os lo doy como os di la hierba verde. (4) Pero carne con su vida, es decir, con su sangre, no comeréis. (5) Y ciertamente pediré cuenta de la sangre de vuestras vidas; de todo animal la demandaré. Y de todo hombre, del hermano de todo hombre demandaré la vida del hombre. (6) El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios hizo El al hombre. (7) En cuanto a vosotros, sed fecundos y multiplicaos; poblad en abundancia la tierra y multiplicaos en ella.
Después del Diluvio, Dios volvió a bendecir a la humanidad de la misma forma que lo hizo con Adán. Se les dijo que debían ser productivos y ser los guardianes de la Tierra. La única diferencia fue el cambio de dieta: se les autorizó comer carne, pero sin sangre.
Fuente: estudiobiblia.blogspot.com
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