Cuando Dios creó al ser humano, no lo puso en cualquier lugar. Él preparó un lugar especial para el hombre.
(Génesis 2:7-8) Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente. (8) Y plantó el SEÑOR Dios un huerto hacia el oriente, en Edén; y puso allí al hombre que había formado.
Ese lugar especial se conoce como “el Jardín del Edén”. ¿Qué había en ese Jardín?
(Génesis 2:9) Y el SEÑOR Dios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer; asimismo, en medio del huerto, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
(Génesis 2:15) Entonces el SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.
Dios no puso al hombre en un vacío, sino en un lugar especial. Ahora, el hombre debía cuidar de él y mantenerlo. Muchos de esos árboles producían frutos comestibles, y el hombre podía comer de cualquiera de ellos…excepto de uno.
(Génesis 2:16-17) Y ordenó el SEÑOR Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, (17) pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás.
DOS ÁRBOLES
En el centro del Jardín había dos árboles:
a. el Árbol de la Vida
b. el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal
Éstos eran plantas físicas, pero también representan dos conceptos espirituales. Veamos lo que éstos simbolizan:
a. Árbol de la Vida
En Proverbios está escrito lo que representa este “Árbol de Vida” (heb. etz chayim):
(Proverbios 3:1,18) Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos. ... Ella es el árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen.
El Árbol de la Vida era la Torá. Es la fuente de sabiduría, que nos revela lo que está bien o mal según el orden de Dios.
Se hace referencia al “Árbol de Vida” en el principio de la Biblia (Gen. 2:9), en medio (Prov. 3:18), y también al final.
(Apocalipsis 22:1-2) Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, (2) en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones.
Este Árbol de Vida volverá a estar entre nosotros, en la Nueva Jerusalén. Sus hojas son la sanidad para las naciones. Ya no habrá más corrupción ni injusticia, porque los hombres vivirán como Dios manda, siguiendo el orden establecido desde el principio y cumpliendo el propósito por el cual fueron creados.
(Apocalipsis 22:3-5) Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán. (4) Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. (5) Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.
¿Quiénes tendrán derecho a comer del árbol de la Vida?
(Apocalipsis. 22:14) Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad.
Si el Árbol de Vida es la Torá, el orden establecido por Dios, entonces ¿qué representa el otro árbol?
b. Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal
Este árbol representa la voluntad del hombre a decidir que es “bueno” y qué es “malo” para él, no basado en la Palabra de Dios, sino en su propia opinión.
La palabra que se traduce como “Conocimiento”, en hebreo es Daat.
El conocimiento no sólo es a nivel intelectual, sino también vivencial, a través de las experiencias. Al principio, Adán y Eva no sabían lo que era el mal. No lo comprendían a un nivel intelectual, pero decidieron experimentarlo, a pesar que Dios les advirtió que no lo hicieran.
¿Cuál era la consecuencia de probar del fruto prohibido?
La consecuencia era la muerte. Dios se los había dicho. Si ellos lo sabían, entonces, ¿por qué arriesgaron su vida? Porque la realidad es que le creyeron a la serpiente y a sus propios deseos, en lugar de creerle a Dios. Ellos “consideraron” que el fruto era bueno, y lo tomaron.
¿No es esto mismo lo que hace el ser humano día a día, cuando hace a un lado las ordenanzas de Dios porque las considera “anticuadas”, o tal vez “irracionales” a sus ojos? Muchos confían más en su propia razón, o siguen los latidos de su corazón, en lugar de creer en lo que Dios ha dicho en Su Palabra.
¿Cual tomaras tu?
Fuente: estudiobiblia.blogspot.com
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